Mientras la sonda Phoenix trabaja asiduamente recogiendo tierra y calentándola en sus hornos para leer la química del suelo, uno podría pensar en el problema que supondrá para los exploradores del futuro el asunto del calendario marciano.
Puesto que Marte tiene una inclinación sobre su eje y un período de rotación similares al de la Tierra, un “sol” (es decir un día) en ese planeta es muy parecido en duración a nuestro día terrícola: 24 horas más 39,5 minutos. Una mente creativa se inventó un reloj como este de la fotografía, con 24 horas en lugar de 12. Entonces, las horas, minutos y segundos de este reloj son un 2.7% más largos que en un reloj terrestre.
El ajuste permite a un controlador en la Tierra seguir las aventuras de algo o alguien en Marte, sin volverse totalmente loco. De hecho, quienes controlan los robots marcianos de forma habitual ajustan sus vidas personales –y hasta sus relojes de pulsera– al sol de Marte durante la duración de la misión, para estar a tono con el “biorritmo” del aparato. Pero este ajuste conlleva un desajuste, ya que para los exploradores terrestres cada día que pasa se alarga 36 minutos.
No obstante, esta sincronización es clave, porque los controladores deben estar al tanto de las fluctuaciones de luz y temperatura en Marte para hacer funcionar correctamente a los robots. La cantidad de soles que dura una misión comienza desde que el robot toca el suelo. Phoenix comenzó a contar a partir de sol 0. Para el 30 de junio, Phoenix entró en el sol 35. La sonda Spirit, por su parte, ya va por el sol 1,599.
Si el día en Marte se llama sol, ¿cómo se diría ayer, o mañana? Miembros del equipo de operaciones de las sondas anteriores MER A y MER B intentaron sin mucho éxito acuñar “yestersol” o “morrowsol”.
No obstante, si el sol marciano es similar a nuestro día, el año, en cambio es casi el doble de largo. Marte invierte 686.98 días de los nuestros para dar la vuelta al sol. Y la culpa de ello está en que la órbita marciana es muy ovalada, o muy excéntrica, lo que hace que las estaciones tengan duraciones extrañas. Hace una semana, el 25 de junio fecha terrestre, el norte marciano entró en pleno verano. La estación más larga es la primavera del hemisferio norte, que dura 194 soles marcianos. Y la más corta es el otoño del mismo hemisferio, que dura 142 soles.
Los científicos son conscientes de que eventualmente van a necesitar inventarse un calendario marciano. “Usar las fechas de la Tierra no va funcionar”, dice Robert Zubrin, un respetado ingeniero planetario y autor de varios libros sobre la colonización de Marte. “Si yo le digo que estamos a 1 de febrero, usted sabría que Canadá se está congelando, mientras que en Sydney es verano, ¿pero qué le dice eso acerca de las condiciones en Marte?”
Una de las propuestas consiste en dividir el año del planeta rojo en 24 meses, pero no a partir del movimiento de las lunas marcianas Deimos y Phobos, sino curiosamente en función del caminar de nuestro satélite. Pero hasta ahora nadie se ha encarado con el tema. ¡Y eso que ni se ha comenzado a hablar de la hora universal, la hora este o la hora del Pacífico!
Por ahora la vida es sencilla: es cuestión de mirar este reloj especial de 24 horas.
Ángela Posada-Swafford
1 comentario:
Publicar un comentario